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Aves de charrán de Aotearoa



En la Isla Sur de Nueva Zelanda, un ave única adorna los ríos y los cauces trenzados. El charrán de frente negro, conocido en maorí como "tarapirohe", es uno de los tesoros nativos de Nueva Zelanda. Esta ave destaca por su apariencia llamativa y su papel vital en el ecosistema local.

Charrán Frente Negra (Tarapirohe)

El charrán de frente negra se distingue por su cuerpo gris, gorra negra y cara blanca y afilada. Su pico y patas de color rojo anaranjado destacan sobre los tonos neutros de su plumaje. Los Tarapirohe prosperan en la Isla Sur, particularmente alrededor de los ríos trenzados, donde anidan y cazan. Estos ríos, caracterizados por sus anchos lechos de grava y numerosos canales, proporcionan el hábitat perfecto para estas aves.

Durante la época de reproducción, los tarapirohe construyen sus nidos en los lechos de los ríos, poniendo huevos directamente sobre la grava. Esta elección del sitio de anidación puede ser arriesgada. Las inundaciones, las actividades humanas y los depredadores plantean amenazas constantes. A pesar de estos peligros, el charrán frente negra se ha adaptado bien a su entorno desafiante.

Los Tarapirohe son ágiles voladores. Se alimentan de insectos, peces pequeños y otras formas de vida acuática, que atrapan en el aire o arrancan del agua. Verlos lanzarse y sumergirse sobre los lechos de los ríos es un espectáculo que resalta su habilidad y belleza.

Cortejo y crianza

El cortejo entre tarapirohe es un asunto delicado e intrincado. Los machos realizan una exhibición de acrobacias aéreas, vuelan alto y luego descienden en elegantes arcos para atraer la atención de posibles parejas. También presentan peces pequeños a las hembras como una forma de alimentación de cortejo, lo que demuestra su capacidad de provisión. Estas ofrendas suelen ir acompañadas de una serie de llamadas y exhibiciones físicas, que incluyen inclinaciones y estiramientos de alas.

Una vez emparejados, los tarapirohe seleccionan un sitio de anidación en los lechos de grava de los ríos. Crean raspaduras poco profundas en la grava, que les sirven como nidos. Ambos padres comparten la responsabilidad de incubar los huevos y cuidar de los polluelos. Esta cooperación continúa mientras crían a sus crías, y ambos se turnan para alimentarlas y protegerlas.

Patrones de migración

Los charranes de frente negra son migrantes parciales. Durante la temporada de reproducción, permanecen en los lechos de los ríos de la Isla Sur y en las zonas costeras cercanas. Sin embargo, a medida que se acerca el invierno, muchos se trasladan a regiones costeras y estuarios, donde la comida es más abundante. Estos movimientos no son migraciones de larga distancia, sino más bien desplazamientos dentro de las fronteras de Nueva Zelanda para encontrar zonas de alimentación adecuadas.

Sus patrones de migración están influenciados por la disponibilidad de alimentos y las condiciones de sus hábitats. Las regiones costeras ofrecen fuentes de alimento más estables y accesibles durante los meses de invierno, mientras que los lechos trenzados de los ríos brindan condiciones ideales para la reproducción durante la primavera y el verano.

Sonidos y comunicación

Los tarapirohe se comunican a través de una variedad de vocalizaciones. Sus llamadas son agudas y claras, a menudo descritas como un "klee" o "krek" agudo. Estos sonidos juegan un papel crucial en el mantenimiento del contacto entre parejas, especialmente durante el vuelo y la alimentación. Durante la temporada de reproducción, sus vocalizaciones se vuelven más frecuentes y variadas, lo que sirve para fortalecer los vínculos de pareja y señalar reclamos territoriales.

Sus llamados no son sólo un medio de comunicación sino también parte de sus rituales de cortejo. Los machos utilizan llamadas específicas durante sus exhibiciones aéreas para atraer a las hembras, y las parejas a menudo realizan un dúo de llamadas durante la anidación.

Otros charranes en la Isla Sur

Además del charrán de frente negra, otras especies de charrán también tienen su hogar en la Isla Sur de Nueva Zelanda. Estos incluyen el charrán de frente blanca ("tara") y el charrán del Caspio ("taranui").

- Charrán de frente blanca (Tara): el charrán más común en Nueva Zelanda, la tara, se ve a lo largo de las costas y alrededor de los estuarios. Tienen el cuerpo blanco, el gorro negro y un pico delgado y puntiagudo. La tara suele formar grandes colonias y anida en islas y acantilados costeros. Se alimentan principalmente de peces pequeños, que capturan sumergiéndose en el agua.

Durante el cortejo, los machos de tara realizan exhibiciones aéreas y ofrecen pescado a sus parejas elegidas. Estas exhibiciones van acompañadas de una serie de llamadas agudas, creando un paisaje sonoro animado y bullicioso durante la temporada de reproducción. Los tara también son migrantes parciales y se trasladan a las costas del norte durante el invierno.

- Charrán Caspio (Taranui): El taranui es el charrán más grande de la región. Se reconoce fácilmente por su gran tamaño, constitución poderosa y pico rojo brillante. Los taranui son menos comunes pero se pueden encontrar en zonas costeras y grandes lagos. Son cazadores expertos, que se sumergen desde grandes alturas para pescar con precisión.

El cortejo taranui implica inmersiones espectaculares y la presentación de peces por parte de los machos a las hembras. Sus llamados son fuertes y ásperos, a menudo descritos como un profundo "raah-raah". A diferencia de los tarapirohe y tara, los taranui no migran extensamente y prefieren permanecer dentro de sus territorios costeros establecidos.

Esfuerzos de conservación

Se están realizando esfuerzos de conservación para proteger a estas aves, especialmente al charrán de frente negra. La preservación del hábitat, el control de los depredadores y la concientización pública son estrategias clave. Estos esfuerzos tienen como objetivo garantizar que las generaciones futuras puedan presenciar la gracia y la belleza de los charranes de Nueva Zelanda.

Los charranes de la Isla Sur de Nueva Zelanda son más que simples aves; son símbolos de la maravilla natural y la resiliencia de la región. Su presencia enriquece el paisaje, conectándonos con la belleza salvaje de Aotearoa.

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